A lo largo de mi carrera profesional he visto como artistas con mucho talento terminan fracasando e incluso abandonando la profesión por la falta de una cualidad imprescindible en el trabajo y en la vida: LA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN.
En nuestra profesión nos vemos sometidos a pruebas muy difíciles, como cambiar constantemente de ciudad, de empresa, de estilo de trabajo, de criterios de calidad, de tiempos de producción, etc. Nuestro éxito o nuestro fracaso dependerá de nuestra rápida adaptación a la empresa y a las personas que la integran. No pierdas el tiempo y la energía en hacer comparaciones con la forma de trabajo anterior, tus antiguos compañeros de trabajo o la ciudad donde vivías porque ahora forman parte del pasado. Hay que aprender a adaptarse a las nuevas situaciones, no tener miedo al cambio y verlo como una oportunidad de aprendizaje no como un problema. En este sentido, de todos los obstáculos que podemos encontrarnos en el proceso de adaptación, el más difícil de superar con diferencia es el de nuestro propio ego. He conocido profesionales que a medida que iban ganando experiencia y conocimientos, iban poco a poco encerrándose en sí mismos a las opiniones de los demás, considerándolas erróneas e inútiles. El ego nos hace insensibles a nuestro entorno y nos cierra las puertas a mejorar en nuestro trabajo. En una profesión en la que el criterio de aprobación del trabajo es tan subjetivo, tenemos que aprender a dejar de lado nuestro ego y adaptarnos rápidamente a la nueva idiosincrasia del proyecto. Cuanto antes nos adaptemos a los nuevos criterios de aprobación, mejor nos irá y mas partido sacaremos de nuestro paso por el proyecto. La humildad nos lleva a reconocer que nuestro criterio no siempre es el mejor y a estar dispuestos a aprender cosas nuevas. Cuando comenzamos a trabajar en un proyecto nuevo siempre nos invade una cierta inseguridad y es facil aferrarse a nuestro propio ego. El ego siempre se desarrolla en forma de protección y nos hace sentirnos más seguros ante la nueva situación. Nos alaga y nos hace creer que lo que nuestro trabajo es fantástico pero que los demás no saben apreciarlo, distorsionando completamente la realidad. Una persona que tiene una autoestima verdadera no tiene miedo a explorar lo desconocido, porque acepta las desaprobaciones de los demás y las aprovecha para aprender sin dañar su valía personal. Tenemos que aprender a ser humildes, permanecer abiertos a los planteamientos del nuevo proyecto y no rechazar de forma automática todo aquello que se opone a su forma de pensar y de sentir. Esto no significa que tengas que abandonar tu forma de hacer o tu ideales artísticos para dejarte llevar de una forma inerte. Se trata de entender los nuevos criterios y hacerlos nuestros, dejando de lado nuestro ego y buscar en todo momento el equilibrio para compatibilizar nuestro estilo personal con el del nuevo proyecto. Conseguiremos que nuestro paso por el proyecto sea enriquecedor para nosotros mismos y podamos continuar nuestro crecimiento profesional.
Cada proyecto debe sumar conocimientos, aumentar nuestra ilusión por la profesión y las ganas de empezar el siguiente. No conseguiremos el éxito profesional sin dar oportunidad a cada nuevo proyecto, ciudad, empresa, director y en definitiva, a cada nuevo conocimiento y experiencia. Está claro que todos tenemos nuestro estilo personal, nuestra propia forma de hacer las cosas y nuestro ego de artistas. Que somos firmes y adaptables al mismo tiempo. Se trata de encontrar el equilibrio entre ambas fuerzas para que fluctúen positivamente y nos permitan que nuestra travesía en esta profesión sea enriquecedora, feliz y duradera.